sábado, 23 de febrero de 2013

Kamikaze-Monólogo


     Kamikaze-Monólogo 

     A partir de 18 de febrero de 2013 una serie de palabras y frases han inundado los periódicos, la radio, televisión y las redes sociales. Intolerancia, discrimen, prejuicio, homofobia, odio, irrespeto. Los más interesante (y doloroso) es que los epítetos no venían de la comunidad opuesta a la postura general de la Iglesia. Sino de los propios intestinos de la Iglesia. 

Se “citó” la Biblia, se hizo referencia al Apóstol Pablo, se contabilizaron las veces en que la palabra homosexual se menciona en la Biblia. Se escarbó en el terreno de la etimología y la semántica para hallar raíces e identificar definiciones. Los “Kamikaze” en reversa (los Kamikaze fueron ataques suicidas ejecutados por pilotos del Imperio Japonés en contra de los barcos aliados en la campaña del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial) arrojan sus ataques como quien escupe hacia arriba o da golpes al aire. Existe algo llamado disonancia cognitiva. Mi definición informal es: cuando nos descubrimos diciendo algo que es absurdo o no tiene sentido. Escuché mucha disonancia cognitiva, pero mi preocupación es si los/as que lo dijeron se descubrieron en su disonancia. Si lo hicieron, y espero que si, apreciaría mucho echen a un lado sus heridas, frustraciones y amarguras y comiencen un proceso de profundidad espiritual que les permita ver los motivos de sus ataques virulentos en la dirección incorrecta. 

Olvidemos las posturas personales y apasionadas y vayamos al libro de Génesis: 

 “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y serán una sola carne.” Génesis 2:24, Reina Valera (1909). 

Para aquellos que dicen que esa es una cita antiguo testamentaria, veamos lo que dice Jesús en 
Mateo 19:5-6:
“Y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá á su mujer, y serán dos en una carne. Así que, no son ya más dos, sino una carne: por tanto, lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.” Reina Valera.

Que interesante…“lo que Dios junto, no aparte nadie….” ¿Qué tal lo que Dios definió, no lo redefina nadie? No hay otra definición para familia que la que se establece en la Palabra de Dios. A no ser que ésta ya no sea santa, infalible, inequívoca  eterna. Si aun lo es, entonces los Kamikaze luchaban contra Dios y su Palabra. Arrojaban insultos contra los seguidores de Dios y su Palabra. Se suicidaban NO en nombre de Dios y su Palabra.

El Reino de Dios necesita mártires a favor del mismo. Enemigos tenemos suficientes fuera de nuestro campamento. Si estás en el campamento vive por las instrucciones de la Escritura. Cuando estemos de acuerdo en valorar y obedecer la Escritura, entonces y solo entonces, hablaremos un mismo idioma, pelearemos desde la misma trinchera.

Por: Pastor Juan A. Quintero
Centro Cristiano de la Comunidad Corozal, Puerto Rico
22 de febrero de 2013

2 comentarios:

  1. Desconozco cómo y por qué. Ignoro de dónde sale la vanidad moral que lleva a algunos/as a no aceptar que la comunidad de cristianas/os no tiene por qué ser una masa autómata y compacta que se lanza cual manada de borregos, despeñadero abajo. No es nuevo, este reclamo, sin embargo. Desde antes de los horrores de la historia moderna, cometidos por la Iglesia y su manada de borregos que corren destrozándolo todo, despeñadero abajo, la misma exigencia ha sido repetida hasta el hartazgo, siempre acompañada de un tropel de versículos manipulados siniestramente. Esta coyuntura histórica no es la excepción.

    Interesa más forzar de manera perturbadora citas bíblicas que diviertan la atención (como si la Iglesia y sus integrantes estuvieran libres de pecados o como si esos pecados fuesen menos mortales que los que cometen otros y otras), del incómodo e incólume llamado: "pero sobre todas las cosas, el amor".

    Me pregunto, además de cuándo a acá hemos sido llamados/as a meternos en las relaciones sexuales o emocionales privadas. ¿Cómo es posible que nos demos el lujo de usar a Dios, a los/as niños/as y la cantaleta de la "familia tradicional" y la "mayoría" para hacer las veces de metiches relaciones sexuales/emocionales que ni nos van ni nos vienen; para destruir familias llenas de amor; para discriminar; para exigir que nuestros semejantes tengan menos derechos bajo la ley laica? ¿Es que acaso eso es amor sobre todas las cosas? ¿O es que ahí precisamente radica la "disonancia cognitiva"? Insistir en este paradigma perverso merece que, a lo menos, nos llamen depravados/as. Y es que nos lo hemos ganado a pulso.

    Me maravilla y entristece ver que, tras esta semana de injusticia bajo la ley laica, miles de nuestros semejantes, tengan que leer cómo quienes están llamados/as al amor (incondicional) se entretengan desde sus escritorios, vomitando más citas citables, sin tomar en la más mínima consideración el prístino mandato. En un monólogo que nunca se hace diálogo, porque carece de la voluntad del amor, hablando de kamikazes a diestra y siniestra, sacando de contexto un trazo histórico que en nada tiene que ver con el debate en cuestión. Los kamikazes también volaban solos, Sr. Quintero. Seguramente, articulando monólogos desesperados en la soledad de sus aviones, como lo hace usted desde su escritorio, a punto de hace estallar a sus semejantes. Así las cosas, me parece más apropiado y compasivo, más cristiano, "escup[ir] hacia arriba o da[r] golpes al aire", que quemar sin empatía alguna un objetivo de miles de personas, a las que no estoy llamado/a a tener en el objetivo de la mira. Su monólogo, Sr. Quintero, apesta a carne de cañón.
    (p.1)

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  2. (p.2)

    Sin embargo, lo que más debería avergonzarnos a nosotros/as, esta comunidad llamada a amar incondicionalmente a sus semejantes, es que durante esta semana, una familia llena de amor, ha roto sin proponérselo, nuestros absurdos esquemas. Y es que el triste problema reside en que los esquemas siempre son absurdos, cuando no están cimentados en el amor y la gracia absoluta del sacrificio (que, irónicamente sería absurdo, a no ser por el amor) de Jesús.

    Tan endeble es nuestro discurso, cuando no se abraza al amor incondicional de Jesús, que la mera existencia de una niña, ha dado al trasto con todos nuestros monólogos, citas bíblicas y kamikazes traídos por los cabellos. Una niña de doce años. Una niña que tiene dos madres. Una niña a la que no le falta nada. Una niña a la que nadie ha tocado de manera indecorosa. Una niña que es feliz. Una niña que desde el día en que nació ha sido amada, cuidada, educada y protegida por sus dos mamás. Una niña a la que el Estado le escamotea esta semana la maternidad legal de una de sus madres, a punta de citas bíblicas. Una niña que vive en un país donde importa más el mito de la familia tradicional, que su felicidad y bienestar. Una niña que probablemente jamás querrá entrar en una iglesia. Una niña a la que nuestros discursos de elevada autoridad masturbatoria cristiana nunca han hecho sentir el dulce y compasivo amor de Jesús. Una niña que desde la simple maravilla de existir, desmonta de golpe y porrazo el discurso de los auto-denominados apóstoles, y su séquito de miles de panderetas furibundas. Así de sencillo. Esto es lo que toma. Una sola niña.

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